MIGUEL HERNÁNDEZ

Este año se cumple el centenario
del nacimiento del poeta Miguel Hernández.
Por ello, a lo largo de la semana del libro,
 que se desarrollará entre los días
19 al 23 de abril de 2010
en el CEIP "María Lluch",
l@s alumn@s de segundo ciclo de Primaria,
expondrán su trabajo en torno al poeta.
Lo que viene a continuación,
no es más que un anticipo. Atentos:


SU VIDA
A Miguel Hernández —nacido en Orihuela (Alicante) en 1910— le llamaban el «poeta pastor» porque de pequeño se dedicaba a cuidar el ganado que tenia su padre.
Se levantaba muy temprano y se subía al monte con las cabras y ovejas en compañía de un pequeño perro que le seguía siempre. En su zurrón de pastor no olvidaba poner cada mañana, junto con la comida que le preparaba su madre, algunos libros de poesía que le distraían en sus largas horas de soledad.
Poco a poco fue familiarizándose con el estilo de aquellos poetas que leía con tanta avidez y le entraron ganas de imitarles. Así empezó a hacer sus «pinitos» poéticos sin que nadie le echara una mano.
De tal forma le gustaba escribir poesías que, en más de una ocasión, le tuvo que reñir su padre por habérsele escapado alguna cabra o porque algún hortelano se quejaba de que las cabras del «poeta» se comían las habas de sus huertos.
Empezó a publicar algunas de sus primeras poesías en periódicos y revistas locales sin que, de momento, nadie le hiciera caso sino que, por el contrario, le tenían por chiflado ya que se extrañaban de que un pastor pudiera dedicarse a la poesía. Pero él no se desanimó por esto sino que siguió adelante.
Encontró un pequeño grupo de amigos, de su misma edad, que también estaban interesados por la poesía y se reunía muchas tardes con ellos en el horno que tenía el padre de su amigo Fenoll. Allí leía cada uno sus poesías y las comentaban. De esta forma iban enseñándose unos a otros y se animaban mutuamente.
Su primer libro de poesías lo publicó a los 23 años y se titulaba: «Perito en lunas». Para poderlo publicar tuvo que pedir dinero prestado a amigos y paisanos ya que su familia era muy pobre. El éxito de aquel primer libro le dio ánimos para seguir por el camino de la poesía pero pensó que para poder triunfar tendría que irse a Madrid.
Pero allí no le resultaron las cosas tan fáciles como pensaba. No encontró trabajo ni tampoco la ayuda que necesitaba. Desanimado y sin un céntimo tuvo que volverse de nuevo a su pueblo.
A pesar de este fracaso intenta de nuevo «la aventura madrileña» y, en 1934, repite el viaje. Esta vez tiene un poco más de suerte ya que se encuentra con el apoyo de dos impresionantes poetas: Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Con su ayuda moral y mucho sacrificio va situándose en Madrid y abriéndose camino en el mundo literario de la época.
Llega la guerra civil y Miguel Hernández se pone a favor del bando republicano. Su hondo sentido de la justicia y su experiencia de pobreza y sufrimiento le inclina a defender la causa de los trabajadores y los pobres.
Se enrola como voluntario y marcha al frente. Durante la época de guerra no pierde su vocación poética y se dedica a escribir poesías para sus compañeros.
En 1937, en plena guerra, se casó Miguel con su novia, Josefina Manresa, una chica que vivía en Orihuela y a la que quería mucho. A ella le dedicó muchas de sus poesías amorosas. De este matrimonio tuvieron dos hijos. El primero murió a los diez meses, pero al año si-guiente nace su segundo hijo a quien pone por nombre Manuel-Miguel. A este hijo fue al que dedicó sus famosas «Nanas de la cebolla».
Al terminar la guerra, en 1939, fue detenido y encarcelado. Le acusaron de haber escrito poesías en contra del fascismo y por ello le condenan a muerte, pero la presión de numerosas personalidades nacionales y extranjeras consigue que se le cambie la pena de muerte por una condena de 30 años de cárcel. Miguel va de cárcel en cárcel dejando en cada una de ellas retazos de su salud. Cada vez se encuentra peor. La miseria, el hambre, las enfermedades y el alejamiento de su esposa y su hijo van minando el cuerpo de este partor-poeta, acostumbrado al campo y la montaña, y que se ve ahora encerrado entre cuatro paredes. Aprovecha cualquier trozo de papel para escribir a su mujer y componer alguna poesía.
La muerte le llega en la cárcel de Alicante, a los 31 años de edad. Una larga enfermedad le postró en la cama del hospital de la cárcel durante varios meses. Su mujer le llevaba alimentos y medicinas pero no pudo salvarse. El 28 de marzo de 1942 moría uno de los más grandes poetas de la literatura castellana.
Un pequeño grupo de familiares y amigos incondicionales le acompañaron hasta el cementerio de Alicante donde se encuentra todavía su cuerpo en un sencillo nicho donde hay una inscripción en letras rojas y negras que dice simplemente: «Miguel Hernández, poeta. 1910-1942».

SU OBRA

La obra literaria de Miguel Hernández comprende la poesía, el teatro y la prosa. Pero donde más destacó Miguel, y es más conocido, es por su producción poética. Aunque vivió poco tiempo —sólo 31 años—, escribió muchas y muy importantes poesías.
A los 18 años ya empieza a publicar algunos de estos poemas en periódicos y revistas de su pueblo. Los temas que toca Miguel en estas primera; poesías son, principalmente, relacionados con el ambiente y el paisaje que le rodea. Así tiene poesías dedicadas a la palmera, a la huerta a los limoneros, a la chumbera, a los corderos, etc.
Más adelante va perfeccionándose y empieza a hacer poesías más difíciles.
Otro libro muy conocido de este poeta es el titulado El rayo que no cesa de tal forma que muchas veces se le llama a Miguel Hernández «el rayo que no cesa», por su valentía y firmeza en la defensa de sus ideales. Este libro, publicado en el año 1936, consta de 27 sonetos que, como sabéis, es una de las formas poéticas más difíciles de escribir. El tema general de este libro es el amor, al que dedica frases muy hermosas. El libro está dedicado a la que luego sería su mujer, Josefina.


FECHAS IMPORTANTES EN LA VIDA DEL POETA
1910. El dia 30 de octubre nace Miguel en Orihuela (Alicante).
1918. (A los 8 años) Empieza a ir al colegio de Santo Domingo, en Orihuela.
1925. (A los 15 años) Abandona el colegio para dedicarse al pastoreo.
1931. (A los 21 años) Hace su primer viaje a Madrid.
1933. (A los 23 años). Se publica su primer libro Perito en lunas.
1934. (24 años) Segundo viaje a Madrid.
1936. (26 años) Al empezar la guerra española se incorpora, como voluntario, al Ejército Popular de la República.
1937. (27 años) Se casa con Josefina Manresa. Hace un viaje a Rusia. Nace su primer hijo el 19 de diciembre.
1938. (28 años) Muere su hijo el 19 de octubre.
1939. (29 años) Nace su segundo hijo Manuel-Miguel el 4 de enero a quién le dedicó sus famosas «Nanas de la cebolla». Al terminar la guerra es detenido y encarcelado.
1940. (30 años) Recorre varias cárceles y es condenado a muerte.
1941. (31 años) Es trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante. Se pone enfermo de tifus y tuberculosis.
1942. (32 años) Muere el 28 de marzo, siendo enterrado en el cementerio de Alicante.


Llego con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.



NANAS DE LA CEBOLLA
(Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir
una carta de su mujer, en la que le
decía que no comía más que pan y cebolla.)
                                 
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.




EL NIÑO YUNTERO

Carne de yugo, ha nacido 
más humillado que bello, 
con el cuello perseguido 
por el yugo para el cuello. 
Nace, como la herramienta, 
a los golpes destinado, 
de una tierra descontenta 
y un insastisfecho arado. 
Entre estiércol puro y vivo 
de vacas, trae a la vida 
un alma color de olivo 
vieja ya y encallecida. 
Empieza a sentir, y siente 
la vida como una guerra, 
y a dar fatigosamente 
en los huesos de la tierra. 
Contar sus años no sabe, 
y ya sabe que el sudor 
es una corona grave 
de sal para el labrador. 
Trabaja, y mientras trabaja 
masculinamente serio, 
se unge de lluvia y se alhaja 
de carne de cementerio. 
A fuerza de golpes, fuerte, 
y a fuerza de sol, bruñido, 
con una ambición de muerte 
despedaza un pan reñido. 
Cada nuevo día es 
más raíz, menos criatura, 
que escucha bajo sus pies 
la voz de la sepultura. 
Y como raíz se hunde 
en la tierra lentamente, 
para que la tierra inunde 
de paz y panes su frente. 
Me duele este niño hambriento 
como una grandiosa espina, 
y su vivir ceniciento 
revuelve mi alma de encina. 
Le veo arar los rastrojos, 
y devorar un mendrugo, 
y declarar con los ojos 
que por qué es carne de yugo. 
Me da su arado en el pecho, 
y su vida en la garganta, 
y sufro viendo el barbecho 
tan grande bajo su planta. 
¿quién salvará a este chiquillo 
menor que un grano de avena? 
¿De dónde saldrá el martillo 
verdugo de esta cadena? 
Que salga del corazón 
de los hombres jornaleros, 
que antes de ser hombres son 
y han sido niños yunteros.




TRISTES GUERRAS




Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
 
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
 
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.




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